Demasiado para ser sólo fútbol.
Se acerca el trepidante y apoteósico, el único capaz de eclipsar la
Champions, el partido con más historia del fútbol español,
historia de historias; la guerra de galaxias y galácticos.
El único partido que no acabará jamás, el único que se repetirá
hasta la saciedad. Guste o no, es el partido único por excelencia en
el fútbol de este país.
El único que hará que Atléticos, Sevillistas y “chés” se
dividan por uno de ambos.
Vigente y 10 veces campeón de la competición más rica en fútbol.
Subcampeón de liga y poco más, pero como dijo aquél, “donde hubo
fuego, cenizas quedan”.
Messis, Cristianos como fuentes seguras de información goleadora,
esperanzadores récords y reconocimientos.
Neymars y James como fijos asistentes.
Xavis e Iscos como reguladores de alta tensión.
Ramos y Piqués como cerrajeros y cortos-circuitos.
Bravos(y tantos) y Casillas como calientes y valientes, capaces parar
obuses y balones con “encanto”.
Carlettos y Luises como mandamases.
Merengues y culés, gentes del fútbol, como fieles y espectantes
espectadores.
El cartel está servido, a falta de más confirmaciones estelares,
que el único que esté sin contrario sea el balón.
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